07:07

     Por fin me iba a dormir. Eran más de las 04:00 de la noche. Había estado ojeando un montón de páginas sobre diseño gráfico y tipografía y posteando algunos de aquellos links en mi perfil de FaceBook. A Be Towers le gustaba uno de allos, ahora mismo no recuerdo cual.
     Al día siguiente (o mejor dicho, pocas horas después) tenía que levantarme muy temprano ya que a las 08:00 debía estar en el quiosco Santa Ana. Había quedado allí con Adrián Martínez y Adrián Langreo para tomar un café en el bar de Los Viveros. Yo nunca antes había entrado allí porque ese lugar apestaba a fritanga desde la calle, pero esta vez estaba decidido a hacerlo. Tomaríamos un café allí hasta las 08:30, hora a la que Montero pasaría a recogernos al quiosco para irnos a Toledo a tomar unas fotografías para unos reportajes de la revista y no sé qué historias más.
     Tenía miedo, temía que llegasen las 08:25 y que alguno de los Adrianes me despertase hundido en pánico, he tenido mejores despertares... Entonces activé mi alarma a las 07:09. Como eso no me tranquilizaba en absoluto, decidí poner en práctica otra vez el truco que Lukasz Filar me había enseñado: "cuando te acuestes piensa en una hora y unos minutos exactos, la hora exacta a la que te quieras levantar, pruébalo, funciona tio, no sé como pero se establece una conexión entre lo que estás pensando y el reloj de tu móvil". Así lo hice, puse mi despertador biológico a las 07:07, dos minutos antes de la alarma del móvil.
     Después de soñar que un tío rapado al que le comían los celos me daba una paliza en un autobús mientras pasábamos por un túnel oscuro y escuchábamos el clímax de una buenísima canción de música electrónica y de ver como los turcos apostaban dinero muy seriamente jugando a la tavla (backgammon), abrí los ojos. Era de noche, me desperté sin razón aparente, miré la hora en mi móvil. Joder! No lo entiendo! Qué tipo de conexión se establece entre mi cerebro y mi teléfono móvil? Lukasz Filar tenía razón, eran exactamente las 07:07.